Del olvido y lo abatido

A la Colombia teñida de sangre

todo le duele

nada la inmuta

Se limita a observar cómo las cifras crecen,

cómo la tragedia se extiende

geográficamente

por las cordilleras del olvido

Los números son solo eso,

46, dice la radio.

Y es justo después, de cada noticia

que ella pregona su impotencia,

sedentaria.

¡Pues cuántas veces ha caminado!

sin piernas

y sin voz

hacia ninguna parte.

Le duele la madre que busca sin descanso

Le duelen los hijos que nunca regresan

Teme por quien habla

y clama una justicia

que se queda entre expedientes

y archivos empolvados

Sabe muy bien

que los nadie hoy se lloran,

mañana se olvidan

y sólo quedarán vestigios

de lo que fue alguna vez

y hoy se repite

o tal vez nunca paró.

Por: Isabela Salazar