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A decir verdad mi primer romance serio fue con las letras, mis vaciles fueron con el alcohol, y aun no me arrepiento, somos la relación toxica más próspera que he tenido.

Me encontraba triste, me sentía vacía, pero siempre he sido tacaña y miedosa como para ponerme a gastar plata en pendejadas, mi vacío lo llenaban las lecciones que desde el jardín había recibido. Escribo desde que aprendí a hacerlo y lo peor es que también leo, las letras son mi único flotador.

A veces la realidad es abrumadora, el conocimiento es aún peor, además, el mundo no está hecho para los sensibles, es una máquina cruel en donde la razón se esconde por unos pocos pesos, donde se le pone precio a la vida y después se le regatea, donde declaramos propiedad cosas que aún no conocemos; eso me pone triste, demasiado, la mayoría del tiempo no sé cómo sobrellevarlo; viendo cómo Jaramillo Mora se levanta en el sur de la ciudad dejando sin hogar quien sabe a cuantas aves, viendo como el polvo de los buses y carros caen en las hojas, ¿será que se sienten tan asfixiadas como yo? Aun no entiendo como le llaman progreso a echar cemento.

Tengo estas rabias poco compartidas, pero que necesitan ser leídas hoy.

Por: Alejandra Ñañez