Y sí, aún después de más de media década sigo aquí, con esa nube negra que me abruma, que junto con ella llega ese mar de recuerdos tuyos; eres tú el tormento del cual no he podido escapar, sin embargo, aún guardo con cariño ese bello amor que marcó mi vida desde muy joven y que a pesar de la corta edad y la poca experiencia, despertó en mí sensaciones que aún el alma desea sentir.
Todavía logro recordar ese aroma peculiar que reconocía a solo metros de distancia, esos dedos de papel que me acariciaban con la delicadez de una rosa, aquellas tardes de verano en las que un helado era la excusa perfecta para caminar juntos por las calles de la ciudad, a todo eso yo le llamo el primer amor.
Puedo hablar maravillas de lo que fue compartir a tu lado esos años, pero también puedo contar las más grandes humillaciones por las que pasé, que, pienso yo, no debería pasar ninguna persona. Hoy, después de tantos años, puedo reconocer que realmente me enamoré de ti, que eres tú a quien hasta el día de hoy yo llamo mi primer amor. Después de un tiempo logré sanar mi corazón, pude perdonar cada mala jugada que viví y eliminé cada gota de rencor que tenía en mi interior hacia una persona a la cual amé con el alma.
Ambos seguimos con nuestras vidas, quienes nos llevaron por caminos separados, pero a pesar de los años y la distancia, la mente es terca e insiste en que sigas siendo parte de mi presente, en pensamientos, sin detenerse a pensar que para ti nuestra historia es menos que un pasado.
Por: Natalia Mejía
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