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  • Laura Nataly Jiménez

Para ti, que ya no estás

Es irónico decir que no me gusta mi nombre. Más ahora que mi mejor amiga... Bueno, ex mejor amiga, se llama igual. Era mágico sentir una conexión tan abrupta con alguien como tú, que hasta el destino quiso que nuestros nombres fuesen similares, al menos en la escritura, mas no en la pronunciación.


Ahora que no estás, ahora que literalmente fui yo quien decidió cerrar la puerta naranja de nuestra historia, el duelo que eso ha conllevado me martilla la mente, el alma y el corazón. Eras, uno de los hogares seguros dentro de lo que cabe como universo propio. Eras con quien quería hablar por horas, mandándote audios de minutos eternos pero muy sustanciosos de escucha y atención. Atención que rogaba a leguas desde que me fui de mi hermosa tierra.


Si ojalá supieras las noches que lloré, el papel higiénico que gasté secándome las lágrimas que corrían por mis mejillas, adoloridas de lo contraída que traía la cara por el dolor y la profunda tristeza por ti, por todo lo que representabas en mi vida.


Noches pasadas me he preguntado si te hago falta, si siquiera piensas en mí o te preguntas qué es de mi vida sin ti. Me carcome el cerebro pensar en qué pudo ser, en ‘qué pasaría si…’ Sin embargo, tú no demostraste remordimiento alguno por mi partida.


Quizá esperaba que me detuvieras, sin saber que ya me habías soltado la cuerda cuando decidí irme a otra ciudad. Eres y serás de los riesgos más importantes que tuve y tendré en mi vida, ese riesgo que tendré en mente y que por temporadas recordaré como si hubiese sido ayer; ayer que nuestra amistad tuvo un fin, sin despedida, tan sólo alguien que cortó en seco lo que nosotras no pudimos remendar.

Te extraño, es verdad, mucho. Tanto así que prefería evitar el tema o hablar y llorar al mismo tiempo; como en estos momentos, mientras escribo algo que nunca leerás. Bueno, no lo sé. Si eso llegara a pasar, sinceramente dudo que vaya a influir en algo. La realidad es otra y es tan cruda que podría morir tratando de buscar una almohada para no sentir tan duro el golpe, pero qué va, eso jamás pasará. Una de las peores cosas es que sigo cayendo en el duro pavimento una y otra vez, queriendo una despedida digna pero difícilmente querrás contestar siquiera.


Estoy sentada en frente del computador, escribiendo lo que me salga de ese cuarto restringido que decidí cerrar, mas ha causado tantas cohibiciones en mi mente y en mi corazón, que me impiden poder avanzar. Quisiera ir corriendo a escribirte una despedida pertinente, hallar un reparo para mi corazón y descanso para mi alma, respecto a este tema inconcluso pero cerrado aparentemente.


Lo más probable es que esta “carta” no finalice aquí. También es probable que yo ya no sea absolutamente nada para ti ni para tu vida, que me hayas reemplazado por x o y persona. Y que al contrario, yo me fui quedando sola. Por ahora, esto es lo que me nace escribirte.


Justo me vino a la mente ‘Stupid Love’ de Canserbero. Y aunque sea de amor, hay fragmentos (o quizá toda la canción) que me motivan a escribirte, aun cuando otras canciones describen lo que sucedió, o con las que mi dolor se siente mejor identificado.



Autora: Laura Nataly Jiménez


Escrito para Línea Prensa Gescom - El Ágora. Todos los derechos reservados.

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