27 de enero de 2015
Fragmento escrito por: Sebastián García
Hola. Inicio este relato comentando que este es uno de los muchos textos que me manda a hacer mi psicólogo. Este suceso me dejó devastada, tanto que para poder continuar con mi profesión tendré que recordar las veces que sea necesario esta horrible y asquerosa historia.
Primero, te contaré que era una mañana anormal en mi cálida y bochornosa ciudad de Cali. Un 4 de septiembre como todos los 4 de septiembre de cada año. Un muerto por aquí, un robo por allá y un pequeño disturbio cerca de alguna universidad. Todo esto era pan de cada día, desde que se posicionó el nuevo alcalde. Todo completamente normal, hasta que a las cinco y pedazo me llaman para que salga en pura para visitar una casa cerca del barrio Salomia.
Tan cerca estaba del Sena que podías escuchar el sonido de los muchachos haciendo alarde de su juventud, después de una jornada estudiantil provechosa. Llegué a la casa que quedaba junto a una academia de conducción. Cómico, sabiendo que me iba a estrellar en lo que sería la razón de que lleve un poco más de un mes en terapia.
***
Fragmento escrito por: Jordy Bejarano.
Al llegar, me encontré con una escena bastante cotidiana para cualquier detective. La zona estaba acordonada de acuerdo con los parámetros convencionales. La ciudadanía, curiosa como siempre, se acercaba al lugar para intentar cruzar el cordón policial sin éxito alguno.
Cuando entré, ya estaban esperándome la forense y el comandante. - ¡Gutiérrez, por aquí! - Me dijo Iris, la joven forense que se había unido al departamento hace solo tres meses.
- ¿Qué sucedió? - Pregunté. - Un asesinato doble - respondió el comandante Rendón. - Venga por aquí detective Gutiérrez - continuó mientras me guiaba por la sala de la casa.
Parecía ser un lugar agradable. Era una pequeña casa unifamiliar de una sola planta, el lugar perfecto para construir un hogar.
- Aquí están - dijo el comandante rendón mientras Iris destapaba dos cuerpos que yacían sobre el suelo. Eran un hombre y una mujer jóvenes. Estoy segura de que él no tendría más de 30 y podría jurar que ella no llegaba a los 25. Tenían toda una vida por delante, pero ahora sus cadáveres estaban tendidos en el suelo frente a mis ojos.
Me tomé un par de minutos para examinarlos…
***
Fragmento escrito por: Alvaro Gonzalez
De pronto una fuerte vibración sale de los bolsillos de mi pantalón. Era una llamada anónima, de un posible sospechoso del supuesto homicidio.
- Hola holaaa, detective. ¿Está usted en la escena del crimen? -
- ¿Gutiérrez con quien está hablando? - dijo el comandante.
- ¿Quién habla? ¿Está usted consciente de que esta llamada es monitoreada por un grupo grande de agentes?
- Oh claro, claro, claro. ¿Se piensa que no sé de todo este proceso que han venido llevando a cabo? Conozco todo tipo de mañas, sé de lo que son capaces de hacer tú y tu grupito de eruditos que se creen superiores a mí. Jojojo me muero de risa, detective.
- Pero el caso es que usted está en asuntos que no son de su cometido, y le va caer bien grande si mi jefe se entera de este caso.
- Nombres, quiero nombres. ¿Quién mierda se creen que son? ¿Se trata de una venganza?
- ¡Quizás, pero como digo no es de tu incumbencia, Gutiérrez! ¡Sólo no te metas en esto!
-¿Cómo sabe mi nombre?
- Muchas preguntas, detective… Me voy, tengo una cita en la avenida sexta rumbo hacia Yumbo.
El sujeto colgó la llamada mientras el comandante Rendón se acercaba - Tenemos la ficha de audio, usted esté tranqui-
-Acento americano. Hablaba un poco risueño, podría asumir que no pasa de los 25 años y además de eso se dirige justo hacia la avenida sexta
- Gutiérrez, ¿qué trata de decir? - Dijo el comandante mientras se remangaba la camisa para cerrar las bolsas donde se hallaban los cadáveres - Tenemos que actuar. -
(Continuará…)