¿Primero pobre que rico?
- Contenido Línea Prensa - El Ágora
- 30 abr 2020
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Antes divisaba de lateral a lateral casitas de dos o un piso, ahora debo caminar entre cuatro edificios cerrados por una gran cerca. Podía cruzar el andén y entrar a mi casa, tocando o a llaves; hoy debo esperar que un hombre con pinta de policía suene un timbrecito para mi ingreso. No es molesto residir en unidad residencial, solo es raro percibir tal cambio cuando eres de barrio; porque tú vives casito en la calle, casito tocando la acera y casito el cemento. Tú como niño, avisabas “¡moto, moto, moto!” cuando la cancha era la avenida. Las vecinas se sentaban en una silla mientras otros pasaban por tu lado y escuchabas gritar todas las mañanas “¡la mazamorra, llegó la mazamorra!”.
Pero en mi unidad, solo se escucha el sonido del televisor o los tacones de una señora haciendo eco por el pasillo. Luego solo el silencio, no hay reggaetón o una rancherita sonando, tampoco pelados gritando, es un vacío eterno. Y uno dirá muy orgullosamente que no hay mejor ambiente que el barrio, porque “el barrio siempre será el barrio”, jactándose de lo especial que se puede llegar a ser diciendo que en esos departamentos viven los de plata, los que sí tienen carro 4x4 y no chupan el calor del MIO; en otras palabras, la gente acomodada. Sin embargo la realidad es otra; obviamente alguien saldrá en su agraciado carrito, pero, muchos a su vez estarán parqueando un “chevrolet aveo 2008”. No son individuos plagados en billete, a veces cuesta pagar el arriendo o sobrellevar todos los gastos, dado que el estrato exige un mayor nivel económico.
Aquella noción proviene de algo más grande, algo que no vemos, pero yace ahí como monstruo en el armario. Esa división de clases sociales: los ricos y los pobres. Repasando la historia de esta idea, en un texto de BBC se otorga un pequeño apartado a las clases sociales, recuerdo el escrito por el nombre de “¿Por qué los ricos "menosprecian" a los pobres?”, desde Roma viene el problema entre ricos y pobres; los vagabundos bebían tarrados y tarrados de alcohol para ahogar sus penas en las calles . Aunque los ricachones de ese tiempo eran unos bastardos, pues continuando con el texto, un día el acomodado era bueno y amable y al siguiente desapercibida para él la existencia del otro, además mostraba desagrado frente a los menos privilegiados.
Cuando ingresé a la universidad privada y empecé a vivir en una unidad residencial, pensé, "la gente de estos lugares debe ser desagradable, ni una pizca de amabilidad o respeto espero", en ocasiones sí era dada la situación, pero en otras, las personas exhibian un carácter ameno y fuera de mis prejuicios; lo nombraba un chico en los comentarios del artículo en BBC “un rico puede afirmar que el pobre es flojo, y el pobre afirmar que el rico es egoísta. El rico se equivoca, ya que el pobre por más que se esfuerce no le garantiza oportunidades que el rico si tuvo, y el pobre se equivoca, pues el rico no es necesariamente egoísta, en muchos casos es lo contrario”. Para el pobre el rico es eso, pero para el rico el pobre es lo otro, entonces acaban contradiciéndose y dejando en evidencia sus prejuicios. Y no hay culpable, ello surge desde Roma y los injustos “Patricios” con derecho a todo o lo “romano” que en lo alto de su mansión vislumbraban la desgracia de su país. Mejor dicho, tales ideas que pobres y ricos tienen uno del otro surgen debido a diversas desigualdades, injusticias y problemas del pasado; lo cual a través del tiempo desarrolla un imaginario lleno de resentimiento y venganza.
Entorno a la convivencia, creo que existen eternas variables. En mi unidad residencial, verás que una piscina rebosa en agua, que lejos de la misma, a tres o cuatro pasos, ahí una combinación de cancha de fútbol y baloncesto, al ladito un parque con sus columpios y pasamanos. Por tanto, los espacios son más propicios para salir una tarde a charla sobre el clima o el decaimiento del dólar, aunque pocos recurren a las canchas, piscina o parque; si lo hacen solo son dos o tres personas, las cuales se conocen y tienen mejor relación.
Entonces vuelve el barrio diciendo “nada mejor que lo popular, la gente aquí sí habla, se conoce. Mi vecina o vecino es amigo y compinche de toda la vida”. Y parece verdad; porque el barrio no cuenta con cancha de fútbol o una piscina, las personas deben arreglárselas para obtener ello. El barrio no tiene tales espacios, pero busca una forma de tenerlos, él se apropia de ellos e invierte en su finalidad. Por eso los niños juegan en la calle a la pelota, la vecina chismosea con sus amigas o en navidad el paso está cerrado para poder quemar el año viejo y comer natilla.
No obstante hay razones, puesto que en la unidad nadie sale porque no quiera o sea innecesario, más bien no veo al vecino afuera, porque desde las 8 o 7 a.m. debe estar encendiendo el carro muy apurado, ya que el trabajo está solicitando su presencia bastante temprano y en la noche regresa cansado y con el objetivo de estar en familia. Él no es egoísta o asocial, él es papá de dos niños, esposo de una hermosa mujer e hijo de una amable madre; entonces él desea retornar a su hogar para ver a sus hijos, besar a su esposa y abrazar a su madre.
No obstante derivan otras nociones, en un estudio de María Teresa Rincón-Salazar, “la convivencia vecinal en unidades residenciales de Cali, Colombia. Un análisis cualitativo con modelo multidimensional”, Rincón dice lo siguiente “Las relaciones más frecuentes se dan entre quienes territorialmente son más cercanos, entre quienes se reconocen como afines por edad o género, o entre quienes comparten intereses”, por ende los familiares se entienden gracias a su intimidad e igualmente los niños y jóvenes salen de sus departamentos y se conocen mejor por el hecho de ser más afines, pero son esos grupitos, los cuales se vinculan al tener cosas en común y no por comunicarse espontáneamente.
En la investigación Rincón deja entre líneas “Se reafirma en esta investigación que el carácter individualista prevalece en las relaciones vecinales en los estratos socioeconómicos más altos, donde la interacción entre residentes es mínima: las personas viven su vida en su apartamento y no se involucran con nadie pero tampoco molestan o perjudican a nadie”, por ello la interacción cojea y es árida en estos escenarios, puesto que tú con lo tuyo y yo con lo mío, de manera que vivimos felices.
Mejor solo que acompañado, así las cosas son más fáciles, sin embargo en Colombia no hemos comprendido lo crucial que es trabajar y pensar juntos. Ese motivo nos tiene pailas, por tal razón elegimos al pirobo de Uribe como presidente y tenemos a un marrano revolcándose encima de nuestro país. Porque somos tan individuales que jamás dialogamos o llegamos a un acuerdo, el conflicto es sinónimo de violencia y cerrar la boca es más productivo que poner tu opinión sobre la mesa de la casa. En el periódico “Las 2 Orillas” lo dice Hernán Suárez “Esa precaria anima colectiva, esa incapacidad de actuar juntos por lo que nos conviene a todos, viene de atrás. Así nos formaron las elites, a su imagen y semejanza. Lo heredamos de los españoles y los criollos: “Se acata pero no se cumple”. Siempre encontramos la manera de eludir nuestras responsabilidades colectivas” esa es nuestra crianza, ser uno con nosotros y no con los demás, olvidar el asunto de la plática y apoyo mutuo, para aceptar la soledad como único progreso, no esperemos que tragando entero y aislándonos del mundo logremos un presente y futuro próspero para Colombia.
Por: Carlos Pineda
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