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Un whiskey y una historia

  • Foto del escritor: Contenido Línea Prensa - El Ágora
    Contenido Línea Prensa - El Ágora
  • 30 abr 2020
  • 2 Min. de lectura

Recuerdo el inicio de nuestra amistad, ya con sólo hablarle a ella me comenzó a gustar. Diría que fue un amor a primera vista, pero no fue así. Reflexioné en ese momento acerca de que si era la indicada. Tenía que conocerla. Al pasar varios meses la invité a salir a lo que ella respondió que no, ya que tenía un amor que era difícil de abandonar, no por su belleza ni por su carisma, sino porque sus padres la obligaban a estar con él, así que decidí dirigirme a la friendzone, siendo su consejero de amor.


En una noche de aquel Halloween del 2018 logré obtener un beso. Ahora tengo exiliado bajo mi alma el beso que ya no existe sobre mi mesa de noche. Además, tengo un par de musas tristes, dos docenas de quistes metidos en un cajón por amor de ella.


El ritmo del desamor albergado en mi corazón que tengo en mi cuarto con fiebre, resfriado un drama musical que no dediqué y que escondí. Bajo la cama me acompaña el recuerdo de una dama que anda a cuestas, quien que ya no me ama pero me extraña en noches como ésta. Y ahora joven, estúpido y adormecido de la melancolía, me hacen dar cuenta acerca de las flores que nunca le regale, las horas que le dediqué eran de atención y no de sentimientos. Cuando tuve la oportunidad de estar con ella, la quise llevar siempre de fiesta, de alguna u otra manera bailaba absolutamente todo y ahora está bailando con otro hombre.


Encontré un camino con ansiedad para dejar surcar la magia y resistir con poesía estos días de nostalgia. Un romance me dijo gracias y se fue a volar. Cambié mis alas por cerveza y no lo volví a buscar. Viajé a otro lugar con mis vestigios, por fortuna y con la dulzura que solo tiene la luna. Ahora solo me dedico a pensar, conocer, estudiar y escribir a quema ropa.


Por: Daniel Cruz

 
 
 

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